En estos momentos todavía se estará celebrando la Batalla del Vino en Haro.
Esta fiesta, declarada de interés turístico, rememora un altercado entre Miranda de Ebro y Haro por la posesión de una zona situada en los riscos de Bilibio.
Cada 29 Junio (día de San Pedro) los jarreros no faltan a esta cita, ya que si algún año no acudieran, la zona pasaría a ser de sus contrincantes.
La fiesta comienza con una misa en la ermita de San Felices, tras la cual comienza la "batalla". Pertrechados de botas de vino, garrafones y en los últimos tiempos incluso sulfatadoras, los participantes se lanzan mutuamente miles de litros de vino.
Sobre el mediodía se regresa a la ciudad para ver las "vueltas" (desfile de peñas y carrozas) en la Plaza de la Paz, para finalizar en las vaquillas de la Plaza de Toros.
Antigüamente era tradición también que todo el mundo sacara las mesas de casa a la calle para comer caracoles, regados con un buen porrón de vino.
Yo he acudido desde niña a esta fiesta, aunque por circunstancias durante varios años tuve que dejar de hacerlo. Recuerdo con especial cariño los caracoles que preparaba mi abuelo. Hasta la fecha nadie ha conseguido cocinarlos igual de bien. No sé si hoy se sigue manteniendo la tradición de comer caracoles, pero espero que no se haya perdido.
Este fin de semana he estado en Haro. Es difícil encontrar una ciudad que se vuelque tanto en unas fiestas; orquestas, teatro.... además de los incontables bares y restaurantes que ofrece al visitante.
Incontables también serían las recomendaciones; voy a hacer sólo dos:
El pincho "Saquito de Setas con Salsa de Hongos, Mostaza y Pan de Pasas" con un vino blanco fermentado en barrica, del Beethoven I y la ración de patatas picantes del Restaurante Vega, dónde también se pueden disfrutar muy buenos menús.
También buenas patatas picantes, en el Bar Benigno, justo al lado del anterior.
Abuelo, al fin lo he conseguido: ¡He vuelto a Haro! Sé que te alegras tanto como yo.